Y tras dos días de ensueño, vuelves a irte de mi lado.
Cada vez se me hace más difícil despedirme de ti esas mañanas en que te vas de mi cama sin saber cuándo volveré a perderme entre tus brazos.
Cada vez es más difícil dejarte en el tren y dar media vuelta.
¿Qué me has hecho amor, que me pierdo cuando no te tengo conmigo?
¿Cómo puedes volverme tan loca?
Y es que desde que te tengo a mi lado, todo lo demás no importa.
Porque sólo con rozar tus labios volamos alto sin siquiera despegar los pies del suelo.
Porque los buenos días suenan mucho mejor cuando es tu voz la que los hace sonar.
Y me encanta cuando me atrapas entre las sábanas con tal de retrasar la hora del desayuno.
Adoro pasar los domingos en la cama, contigo a mi lado, sin nada más en que pensar.
Te amo. No sabes hasta qué punto.
lunes, 19 de marzo de 2012
miércoles, 7 de marzo de 2012
.
Que sí, que me ha quedado claro.
Que ya sé que no estoy a la altura, no hace falta que lo repitais.
Yo lo intento, intento trabajar bien, intento hacer todo lo suficientemente bien como para que os guste, para que no haya que modificar.
Me dijisteis leetelo para eljueves, y lo hice. Falté a clase por ello.
Dije que había partes que no entendía y ni me mirasteis. Sigo sin entenderlas, pero supongo que ya da igual.
Simplemente no sé qué he hecho mal esta vez.
Hago todo lo mejor que puedo, y procuro tener las cosas hechas para el dia que decís. Es cierto que he faltado en alguna ocasión, pero no en este curso.
Y ya no sé qué mas hacer. Me siento inútil. Me cuesta comprender las cosas, expresar las ideas, me cuesta seguir vuestro ritmo.
Nunca he sido alumna de sobresaliente y nunca lo seré, de eso estoy segura. Pero me duele fallaros.
Y es que parece ser que últimamente lo único que se me da bien es fallar.
Fallar como amiga, como compañera, como alumna, como hija y como novia.
Soy un desastre, lo sé, así que podeis estar tranquilos, el año que viene no tendreis que cargar conmigo. Os pido un poco más de paciencia para aguantar a esta compañera inepta...
Que ya sé que no estoy a la altura, no hace falta que lo repitais.
Yo lo intento, intento trabajar bien, intento hacer todo lo suficientemente bien como para que os guste, para que no haya que modificar.
Me dijisteis leetelo para eljueves, y lo hice. Falté a clase por ello.
Dije que había partes que no entendía y ni me mirasteis. Sigo sin entenderlas, pero supongo que ya da igual.
Simplemente no sé qué he hecho mal esta vez.
Hago todo lo mejor que puedo, y procuro tener las cosas hechas para el dia que decís. Es cierto que he faltado en alguna ocasión, pero no en este curso.
Y ya no sé qué mas hacer. Me siento inútil. Me cuesta comprender las cosas, expresar las ideas, me cuesta seguir vuestro ritmo.
Nunca he sido alumna de sobresaliente y nunca lo seré, de eso estoy segura. Pero me duele fallaros.
Y es que parece ser que últimamente lo único que se me da bien es fallar.
Fallar como amiga, como compañera, como alumna, como hija y como novia.
Soy un desastre, lo sé, así que podeis estar tranquilos, el año que viene no tendreis que cargar conmigo. Os pido un poco más de paciencia para aguantar a esta compañera inepta...
domingo, 4 de marzo de 2012
Feliz cumpleaños
Otra comida familiar, como cada año, por mi cumpleaños.
Los primeros en llegar, mis tios como siempre.
Me regalan alguna chorrada rural, en este caso una caja que no me termina de convencer pero sin embargo cumple su función al tener el tamaño perfecto para renovar un joyero que ya no pinta nada en mi habitación.
Después, mi primo y su mujer, esos a los que les tocó la lotería, llegan como siempre con las manos vacías y sin preguntar siquiera cuántos años me caen.
Y por último, mi hermano y su novia, realmente los únicos a los que esperaba con ilusión. Me tiran de las orejas pese a que mi cumpleaños no es hasta mañana y me dan un regalo que realmente se han preocupado en adquirir pensando en si en me va a gustar.
La comida transcurre con la normalidad de siempre.
El tío metiéndose con cada cosa que hace el novio de mi madre, y añadiendo un nuevo detalle... ahora también le pone verde a sus espaldas. Además, no contento con eso se dedica a predicar lo buen cazador que es y su hazaña para echar a un pobre gato hambriento de su jardín a escopetazos.
La tia pasando de todo, o riéndole las gracias, según el momento.
Los primos a lo suyo, mi hermano defiende al novio de mi madre... mientras éste saca de la lumbre unas alas de pollo convertidas en benzeno y que por supuesto mi tio no prueba. Más tarde, también se quemó la panceta, y la chistorra no corrió mejor suerte,lo que implicó que se quejara de que el cocinero no hace nada a derechas pero sin mover un dedo por echarle una mano.
Y llegó el postre, tarta de queso sin mermelada y brownie al benzeno de nuevo (sí,nos encanta el carbón) Le atribuyen tal "obra de arte" al pobre de mi hermano, y al enterarse de que no es obra suya se hace el silencio y me miran cual inútil.
Pero todos lo prueban, aunque sea un poco camuflado con helado después de cantarme un cumpleaños feliz sin velas que soplar y en el que el gracioso de mi tio me tira un envoltorio de café descafeinado para hacer la gracia de que sople, dándome en un ojo.
Desaparecen mi primo y su mujer de la mesa y entonces discuten sobre vinos, política y multas de tráfico, así que yo desaparezco en cuanto veo que nadie se da cuenta... y por supuesto no me dicen ni adiós al irse.
Qué bonitas son las reuniones familiares, ¿No?
Los primeros en llegar, mis tios como siempre.
Me regalan alguna chorrada rural, en este caso una caja que no me termina de convencer pero sin embargo cumple su función al tener el tamaño perfecto para renovar un joyero que ya no pinta nada en mi habitación.
Después, mi primo y su mujer, esos a los que les tocó la lotería, llegan como siempre con las manos vacías y sin preguntar siquiera cuántos años me caen.
Y por último, mi hermano y su novia, realmente los únicos a los que esperaba con ilusión. Me tiran de las orejas pese a que mi cumpleaños no es hasta mañana y me dan un regalo que realmente se han preocupado en adquirir pensando en si en me va a gustar.
La comida transcurre con la normalidad de siempre.
El tío metiéndose con cada cosa que hace el novio de mi madre, y añadiendo un nuevo detalle... ahora también le pone verde a sus espaldas. Además, no contento con eso se dedica a predicar lo buen cazador que es y su hazaña para echar a un pobre gato hambriento de su jardín a escopetazos.
La tia pasando de todo, o riéndole las gracias, según el momento.
Los primos a lo suyo, mi hermano defiende al novio de mi madre... mientras éste saca de la lumbre unas alas de pollo convertidas en benzeno y que por supuesto mi tio no prueba. Más tarde, también se quemó la panceta, y la chistorra no corrió mejor suerte,lo que implicó que se quejara de que el cocinero no hace nada a derechas pero sin mover un dedo por echarle una mano.
Y llegó el postre, tarta de queso sin mermelada y brownie al benzeno de nuevo (sí,nos encanta el carbón) Le atribuyen tal "obra de arte" al pobre de mi hermano, y al enterarse de que no es obra suya se hace el silencio y me miran cual inútil.
Pero todos lo prueban, aunque sea un poco camuflado con helado después de cantarme un cumpleaños feliz sin velas que soplar y en el que el gracioso de mi tio me tira un envoltorio de café descafeinado para hacer la gracia de que sople, dándome en un ojo.
Desaparecen mi primo y su mujer de la mesa y entonces discuten sobre vinos, política y multas de tráfico, así que yo desaparezco en cuanto veo que nadie se da cuenta... y por supuesto no me dicen ni adiós al irse.
Qué bonitas son las reuniones familiares, ¿No?
viernes, 2 de marzo de 2012
Otra vez 2 de marzo
Aquel 2 de marzo, también fue viernes.
¿Cómo han cambiado las cosas, no?
Ahora, al menos, podemos ir hablando tranquilamente en el tren media hora cuando coincidimos.
Podemos mirarnos a la cara sin sentir nada más que, quizá, el cariño de aquella vieja amistad y sin recordar lo malo.
Al final, nuestra promesa, se cumple.
Aunque no me apetece salir a bailar.
¿Cómo han cambiado las cosas, no?
Ahora, al menos, podemos ir hablando tranquilamente en el tren media hora cuando coincidimos.
Podemos mirarnos a la cara sin sentir nada más que, quizá, el cariño de aquella vieja amistad y sin recordar lo malo.
Al final, nuestra promesa, se cumple.
Aunque no me apetece salir a bailar.
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